martes, 12 de agosto de 2014

MINI RELATO


OCASO

La noche iba a ser cálida; aun así, a esas horas, la playa ya empezaba a quedarse solitaria.

Carolyn salió a la terraza y miró a lo lejos… Se sentía feliz de vivir en aquel ático… tan cerca del mar… La brisa jugueteaba con su negro y largo cabello impidiéndole concentrarse bien en el paisaje, se lo trenzó y se acercó a la baranda de la terraza, apoyó sus antebrazos en ella y se deleitó contemplando el movimiento de las olas y de las nubes en el horizonte. 
                                                                          
El sol anaranjado había descendido casi hasta  rozar el agua del mar, que se había teñido de un tono rojizo, y las nubes… parecía que estaban ardiendo.
Carolyn  no se cansaba de observar esos efectos de color, le apasionaba mirar al cielo cada vez que tenía oportunidad, desde el amanecer hasta el ocaso, incluso después… cuando el cielo se cubría de estrellas; sí, sobre todo cuando estaba cubierto de estrellas. A veces veía a las gaviotas y a otras aves volar y sentía algo de envidia. Poder estar tan cerca de las nubes. Podía ser tan cambiante el cielo a lo largo del día… y cada día.

Otra vez con la mirada puesta en el horizonte… la voz venía desde la puerta de la terraza, pero Carolyn no se volvió a mirar, en aquel momento una pequeña nube se había cruzado delante del sol y parecía fuego.
Alex se acercó, y se colocó detrás de Carolyn rodeándole la cintura con sus brazos, a la vez que con los labios le acariciaba la oreja.

¿Sabes?... haces que tenga celos del ocaso le murmuró al oído.
Ella soltó una carcajada.

Alex sonrió, le alegraba oírla reír; pero era cierto que sentía celos, deseaba que ella le mirara igual que miraba al ocaso y al cielo. Deslizó sus labios suavemente a lo largo del cuello de ella, descendiendo lentamente, y volviéndolos  a subir de nuevo hasta su oreja.
Carolyn se estremeció.
Carol… si tú me lo permites yo te haré llegar hasta las estrellas de ese cielo  continuó  murmurándole, acercando más su cuerpo al de ella aquí y ahora, bajo el firmamento… que también el ocaso tenga celos de mí…

Ella sonrió.

Sentía perderse ese sublime momento, en el que el sol desaparece hasta un nuevo amanecer, pero se volvió hacia Alex, le rodeó el cuello con sus brazos y acercó sus labios a los de él.

¿Cómo…? murmuró ella.
Y él se lo mostró...
                                                                                                Ascen Garci




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